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lunes, 26 de enero de 2009

SORIA, INVIERNO DE VIENTO



Copos de nieve caen sobre un poema de Antonio Machado.
Se enciende entonces su voz y hace círculos sobre el Río Duero.
Un cartel anuncia el peligro
de que se caigan las ramas de los chopos
cuando hace mucho viento, y a cada pequeño soplo de aire
yo tengo miedo, cosa que me hace hablar en voz alta:
"no, viento, estate quieto", y miro alrededor
por si alguien me ha oído.
No hay nadie y grito: "¡qué bien, nieve!".
Un anciano mira un árbol partido (por el viento, supongo).
Pienso en decirle: "¿esto lo habrá hecho el viento?"
pero me da vergüenza y no digo nada.
En las pastelerías, en la farmacia,
en los restaurantes, en los taxis
la gente siempre tiene tiempo para un hola y un hasta luego,
y en medio una conversación que parece trivial
pero no lo es, hablan del mal tiempo
y les sale nieve del pecho, hablan de la primavera
y les salen flores de la boca.
Hojas secas mojadas son sus voces.